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miércoles, 9 de julio de 2014

¡DIOS PERDONA, ALEMANIA NO!


Noche histórica en Belo Horizonte, Alemania masacra 7-1 a Brasil y es Finalista del Mundial 2014; Klose llega a 16 goles.

BELO HORIZONTE, Brasil. Jul. 8, 2014.- Hay veces en que las palabras sobran, o que sencillamente no alcanzan para explicar la magnitud de un suceso que puede marcar a todo un país, a más de 200 millones de habitantes, quizás a dos generaciones. De la tragedia del "Maracanazo" a la humillación del "Mineirazo", Brasil  tendrá que soportar más tiempo sin ver a su "Scratch" coronoarse en casa. Solo Dios sabe cuántas décadas podrán pasar para que se repita una oportunidad así, un dios que parecía acompañar a la verdeamarela y que lo perdonaba todo, hasta que llega Alemania y destruye cualquier rastro del soplo divino.
La Selección Nacional de Alemania cumplió este martes una de las noches más brillantes no de su propia historia, sino de los anales del futbol universal. Muestra de poderío, fuerza, orgullo, mentalidad, los teutones dieron la mayor humillación al legendario Pentacampeón del Mundo al son de 7-1 en la primera Semifinal de la Copa Mundial de la FIFA 2014, nada menos que en el Estadio Mineirao de Belo Horizonte, ciudad que no volverá a ser la misma después del terremoto germano que sacudió la capital de Minas Gerais. El horizonte ahora no será tan bello como lo pintan, será más bien sombrío y desolador.
Por si fuera poco, la "Mannschaft" consiguió poner otro nombre en los libros de oro del balompié, donde ya se encuentra Miroslav Klose, quien consiguió ponerse como máximo goleador en la historia de las Copas del Mundo tras lograr su gol 16 y dejar atrás al ídolo local Ronaldo. Thomas Müller, Toni Kroos, Sami Khedira y André Schürrle completaron la masacre antológica, que solamente tuvo una respuesta de Oscar, ya sobre el final.
Con una alineación fiel a su estilo y que repetía lo presentado ante Francia, Alemania se plantó en el Mineirao con mayor seguridad que ante los galos. Los pocos errores mostrados en los Cuartos de Final no solamente se solventaron, sino que la demostración ante un Brasil que adoleció de las ausencias de Neymar y Thiago Silva fue, sencillamente, brutal. Quizás sabiéndose inferior, el "Scratch" intentó maquillar sus deficiencias con ímpetu desde los primeros minutos. Apretando líneas, con Bernard y Dante para sustituir a las sensibles bajas, los de Luiz Felipe Scolari quisieron devorarse todo el pastel en un solo trago... pero el bocado era lo suficientemente venenoso como para siquiera acercarle la lengua. Alemania impuso condiciones, sometió la fiesta de los locales e hizo daño en el marcador apenas a los 10' gracias a un Thomas Müller bien colocado de frente a meta tras un cobro de tiro de esquina.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada llegó 12 minutos después, cuando una triangulación le abrió las puertas a Miroslav Klose en el área. El nacido en Polonia intentó colocar el balón, mismo que fue rechazado por Julio César, pero el Brazuca quedó a merced del propio Klose, quien no falló en la segunda oportunidad para poner no solamente el mundano segundo tanto en el no menos mundano compromiso, sino que superó el cielo que compartía con Ronaldo como el máximo artillero en la historia de las Copas del Mundo. Su tanto 16 sencillamente silenció a los pocos optimistas que quedaban en el Mineirao, a los pocos que se negaban a ver lo que pasaba, aunque eran todavía menos los que veían venir la tragedia más grande ocurrida en el futbol brasileño desde 1950.
En un abrir y cerrar de ojos, casi imperceptible, apenas 3 minutos después del legendario tanto de Klose, Brasil ya tenía cuatro en la frente. Otras dos anotaciones sepultaron por completo el encuentro. Toni Kroos marcó un doblete a los 24' y los 25'. La goleada no solamente estaba decretada, sino que el encuentro había conluido. Sami Kehedira completaría la "manita" antes de que se cumpliera la media hora de partido, una humillación de antología estaba consumada cuando apenas transcurría una tercera parte del encuentro.
El orgullo del Pentacampeón obligaba a que la verdeamarela se fuera otra vez al frente, ya no a buscar su boleto a la Gran Final de Río de Janeiro, sino para maquillar el marcador. El resto del primer tiempo e inicio del complemento, Brasil fue una triste versión sin alma, una playera mítica que parecía flotar en 11 ocasiones en el terreno de juego, una forma muy lastimosa de mancillar tan venerado y temido uniforme.
Los dirigidos por Joachim Löw sabían a quién tenían al frente, y respetaron su trayectoria de la mejor manera: atacando, intentando extender la goleada. Ya con André Schürrle en el campo en lugar del titán Miroslav Klose, pondría los dos últimos tantos del encuentro, primero  a los 68' con un tiro dentro del área alemana y diez minutos después, culminando una estampa, una obra de arte con poco ángulo, un tiro que entró por un rincón imposible para cerrar la cuenta.
Ya con lágrimas en los ojos, el gigante sudamericano daba sus últimas señales de vida, las cuales alcanzaron para que Oscar, en una supervivencia de la aplanadora rojinegra que tenía enfrente, descontara por fin en el marcador ya sobre el tiempo. Por fin un brillante Manuel Neuer era vencido por primera vez en la noche, un último grito de aliento, el canto del cisne del 'Pentacampeao' que se despedía de su propia fiesta, que se iba de su casa con la cabeza agachada. Al anfitrión con la historia más exquisita de todos los tiempos se le acabó la suerte, se le acabaron las ideas, ultrajado monumentalmente, fue despojado de sus últimos rayos de esperanza por un rival que es más severo que el mismo Dios.
En cierta manera, Alemania desquitó a equipos como Croacia, México y Chile, los cuales fueron superiores en varios momentos a la "Canarinha" en sus respectivos encuentros. Los germanos anotaron todos los goles que no lograron esos tres equipos y pusieron a su rival fuera de su propia miseria. No habrá un segundo "Maracanazo", la justiciera "Mannschaft", irónicamente, se "apiadó" de su rival y le evitó la amargura de caer en casa por segunda ocasión en una Final. Es difícil que Brasil se vaya con la cara en alto de su Mundial, de la única Copa del Mundo que no podía perder, pero su coartada perfecta se basa en las ausencias de Neymar, de Silva y, sobre todo, de una Alemania que, como águila orgullosa, vuela entre titanes, gigantes y horizontes amazónicos y va rumbo a Río de Janeiro, donde varios auguran un futuro brillante en Maracaná.