Lo que para muchos jugadores probablemente sería un maldito recuerdo, una historia dolorosa y terrible, para Mauricio Pinilla, delantero chileno, es un tesoro. Y es que el atacante andino decidió tatuarse en la espalda la imagen de su disparo que reventó el larguero al minuto 120 del tiempo extra, que hubiera sido la eliminación de Brasil en su propia Copa del Mundo en los Octavos de Final.
Corría el último minuto del segundo tiempo extra, Pinilla recibió el balón en tres cuartos de cancha, lo arrastró y antes de entrar al área, conectó un bombazo espectacular que había vencido al portero brasileño Julio César, pero que no bajó a tiempo y se encontró con el larguero, mismo que le impidió a Chile el triunfo, el acceso a Cuartos de Final, un moderno "maracanazo" pero en el Mineirao y la gloria eterna para el propio artillero.
Sin embargo, Pinilla decidió que ese momento tenía que ser digno de su piel, aunque se haya quedado "a un centímetro de la gloria", como bien lo dice su tatuaje y como son los tatuajes, será para toda la vida.
