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lunes, 18 de agosto de 2014

CARLOS BUSTOS Y OMAR BRAVO DIALOGAN POR MÁS DE 40 MINUTOS EN CLIMA TENSO.

GUADALAJARA -- Han pasado cinco fechas y en Chivas se mantiene la tensión tan alta como lo ha estado en dos años recientes. Cuando se armó al equipo con jugadores experimentados que le dieran cobijo a los más jóvenes, se vislumbraba un escenario que otorgara la calma requerida para librar la batalla por el no descenso y clasificarse a la Liguilla, nadie hubiera imaginado despertar un 18 de agosto de 2014 con un panorama poco alentador.

El Rebaño ocupa la posición 15 en la tabla general, y es antepenúltimo en la porcentual, con tan solo 3 puntos que lo separan del Puebla, penúltimo en la lucha por permanecer en la Primera División.
Tal situación ha generado un ambiente frío y enrarecido en el campamento rojiblanco que un día después de su derrota ante Santos reanudó su actividad en Verde Valle.
Fue una práctica que dio inicio a las 11:00 am y concluyó una hora después. Sin embargo, posteriormente, el técnico Carlos Bustos tenía un pendiente por resolver y dejar en claro con un jugador referente: Omar Bravo.
El timonel argentino y el jugador se sentaron en una de las bancas de Verde Valle, y ahí dialogaron por más de 45 minutos.
El delantero mochiteco sufre para anotar, al igual que Aldo de Nigris, pero el segundo mejor goleador en la historia del Club Guadalajara, tiene un presente alejado de su época gloriosa. El capitán salió de cambio el domingo en el partido ante Santos cuando el marcador estaba empatado 0-0, pero el timonel decidió que 61 minutos habían sido suficientes para que Bravo se mostrara. En su recorrido a la banca debió tolerar un estruendoso abucheo en su contra, y en su distracción olvidó entregar el gafete de capitán a Carlos Salcido. Cuando el árbitro se percató de tal detalle, Néstor Vidrio tomó la cinta para entregársela al ex jugador de Tigres, que en un principio rechazó, y minutos después se lo aceptó a su compañero que ya se lo había enfundado.
También la semana anterior, al salir de cambio en el duelo de Copa frente a Coras de Tepic celebrado el martes pasado, Bravo no saludó a su compañero que entró en su lugar Alberto García, y tampoco le dirigió una mirada al técnico argentino.
Hoy, al medio día, Bustos charlaba posiblemente de tal incidente y de otros factores que tienen a Bravo sumergido en la desconcentración.
A la distancia se observaba a un Omar cabizbajo, que escuchaba a su técnico que hablaba con calma y mirando hacia el frente o dirigiéndose a su jugador; y cuando el delantero respondía lo hacía también con tranquilidad, pero hubo un momento en el que manoteó al aire para después otra vez serenarse.
Al terminar, los dos se levantaron al mismo tiempo y enfilaron rumbo al vestidor sin dejar de platicar, pero con excesiva seriedad.
Esta semana es vital no solo para Chivas en su intento por salir de la presión que los asfixia, sino para que Carlos Bustos pueda demostrar a la directiva que no se equivocó al elegirlo como técnico. Primero reciben al Zacatepec el miércoles en el Estadio Omnilife; y el sábado visitan al Veracruz, un rival también inmiscuido en la lucha por no descender. En cualquiera de los dos partidos, el triunfo es la única alternativa para sobrevivir.