América retoma el vuelo en la Angelópolis y vence 1-0 al Puebla para encaminarse a la Liguilla; La Franja queda a la deriva.
PUEBLA, México. Abr. 13, 2014.- El futbol mexicano es hermosa o asquerosamente impredecible, improbable, depende del cristal con el que se mire. Es capaz de tener a Lázaros resucitados, o de tumbar gigantes más monumentales que Goliath, incluso de cambiar plumajes terrenales por composiciones celestiales, como fue el caso del América, que transformó su fisonomía a una más intangible, de cara a la Liguilla del Torneo Clausura 2014.
Las Águilas vencieron al Puebla a domicilio por 1-0, gracias a un tempranero pero oportuno gol de Miguel Layún, lo que permitió que los de Coapa retomaran el vuelo de una forma mucho más contundente. Un conjunto más fortalecido de cara a lo que viene, además de que los capitalinos lograron, de paso, mantener viva la llama de la esperanza para el Atlante. Un empate de los azulgrana bastaría ahora para prolongar una semana más el drama por el no descenso.
Los azulcrema llegan a 23 unidades en la Liga MX y se colocan provisionalmente en el tercer puesto de la tabla, mientras que La Franja no solamente acumuló una derrota más y desperdició su oportunidad de salvación, sino que acentuó su lastimosa última posición de la tabla y, ahora sí, se despidió matemáticamente de una Liguilla que si bien parecía improbable, fungía como un remoto aliciente "sacapuntos" para el equipo que dirige Rubén Omar Romano.
América dosificó su esfuerzo, conociendo las limitantes de su rival. Atacar primero, hacer daño y controlar el partido, un recetario simple, pero efectivo para dominar a unos Camoteros carentes de alma. La sencillez en la estrategia bastó para lograr el objetivo: Miguel Layún tomó el balón fuera del área, y sacó un tiro descompuesto. El balón viajó con trayectoria lenta y errática, empujado no por el pie del lateral veracruzano, sino por el aliento de la afición atlantista y, a su vez, repelido por ángeles poblanos. La pelota, caprichosa, se coló en el último centímetro disponible dentro de la meta, a ras de pasto, en zona imposible para el portero Jorge Villalpando, el esférico, que es el que tuvo la última palabra, quiso una semana más de drama del descenso, quiso un retorno glorioso del conjunto visitante a la lucha por el título, todo cuando apenas transcurría el segundo minuto de juego.
Los dirigidos por Antonio Mohamed intentaron extender la ventaja para asegurarse los tres puntos desde muy temprano. La pelota no volvió a entrar, a pesar de la insistencia de Raúl Jiménez o Luis Mendoza, quienes a los 7' y a los 27' tuvieron sus oportunidades. Pero la realidad es que los americanistas sobrestimaron a un Puebla que no tendría capacidad de respuesta incluso con la mínima diferencia. El mayor logro de La Franja consistió en contener y erosionar el vertiginoso ritmo visitante. Poco más, DaMarcus Beasley tuvo esfuerzos aislados en busca de mandar centros oportunos al área, pero Carlos Sánchez no podía llegar a la cita en el tiempo correcto.
Para el complemento, Romano optó por el ingreso de Saúl Villalobos en lugar de Carlos Guzmán. El recién ingresado tuvo la oportunidad más clara para su escuadra apenas a segundos de su ingreso, con un balón al área que rebotó sobre la humanidad del portero Moisés Muñoz. La pelota tuvo otra trayectoria dramática, pero esta vez no decidió entrar.
Puebla tuvo un ligero estado de gracia en el partido, suficiente para mantener el interés de la afición que llenó el Estadio Cuauhtémoc de la heroica ciudad de Ignacio Zaragoza. Pero era incapaz de generar peligro, a pesar de saber que la voltereta y el consiguiente triunfo les salvaría virtualmente de su indeseada mudanza al Ascenso MX. Pero el defensa Uriel Álvarez fungiría como auténtico demonio en pleno Domingo de Ramos, y despedazar cualquier oportunidad por lograr por lo menos el reintegro para el conjunto local. A los 58' levantó imprudentemente los tachones directo a la rodilla de Luis Gabriel rey, quien se salvó de una lesión apocalíptica y el zaguero libró la tarjeta roja, solamente para que, un par de minutos después, el árbitro Francisco Chacón no le perdonara una nueva imprudencia, esta vez sobre Paul Aguilar, y acabara por mandar a Álvarez a las regaderas, cual jerarca manda a la cárcel como medida de seguridad ante posible atentado a su país. El poblano representaba una amenaza para el resto de jugadores sobre el rectángulo verde.
Los últimos rastros de los locales desaparecieron con la expulsión, América controló el partido pero tuvo compasión suficiente para extender su ventaja. Solamente Raúl Jiménez, en tiempo de compensación, se animó a hacer daño, pero el poste rechazó la posibilidad del segundo. El partido acabó con dos ánimos distintos y distantes. Las Águilas ven más cerca que nunca la Liguilla, renueva su piel con plumaje celestial, y le da más emoción y espectáculo a la Liga MX, específicamente a su apartado de la lucha por la permanencia, aquí sí, no importa el cristal con el que se mire.
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