Cuando todo parecía definido a favor de los africanos, a los que un empate los clasificaba a octavos de final, un penal convertido por Georgios Samaras provocó el delirio de los hinchas helenos (2-1, 90+3').
El resultado terminó haciendo justicia con el equipo que encaró el partido con más actitud pese a las desgracias: una de sus figuras, Pangiotis Kone, y su arquero, Orestis Karnezis, debieron salir lesionados antes de la media hora.
Los marfileños pagaron caro cierta displicencia que mostraron en buena parte de los 90 minutos. Tal vez porque el empate les jugaba a favor, les faltó la intensidad necesaria para un encuentro de la importancia de este, algo que se vio perfectamente en el primer gol griego.
Ismael Tiote falló un control sencillo en la mitad de la cancha, Andreas Samaris se lo comió con la presión y terminó definiendo bajo y a la carrera ante la salida desesperada de Boubacar Barry (1-0, 42').
La victoria de la fe
Obligados a intentar igualar frente a un rival al que se conoce por su fortaleza defensiva, los Elefantes aparecieron más enchufados en el segundo tiempo para demostrar la superioridad que se les imaginaba. A quince minutos del final, Salomon Kalou dio un gran pase al espacio para Gervinho, que había aparecido muy poco en el partido, y el crack del Roma vio entrar por el medio a Wilfried Bony, que definió bajo (1-1, 74').
Era mucho castigo para Grecia, que había estrellado tres pelotas en los postes pese a no jugar principalmente de contra. Pero cuando los Elefantes ya celebraban la clasificación, llegó la falta dentro del área de Giovanni Sio sobre Samaras y la loca celebración griega.
Por los octavos de final, Grecia se medirá a Costa Rica el domingo 29 de junio en el Arena Pernambuco, de Recife, mientras que Costa de Marfil quedó eliminada del certamen.
