BARCELONA -- "Habrá ambiente en cuanto fallemos. En el momento que
fallemos, otra vez volverá la tensión. Es inevitable". La sentencia, de
Luis Enrique al concluir el partido frente al Atlético de Madrid,
descubre que la realidad del Barcelona va mucho más allá de desmentidos,
acusaciones a la prensa y declaraciones altisonantes respecto a una paz
más ficticia que cierta.
A una suerte de tregua ofrecida por el resultado del domingo y que se
mantendrá en cuanto el equipo azulgrana mantenga la imagen ofrecida
ante los de Simeone. Hoy, más que nunca, la estabilidad del Barça se
dibuja por lo que sucede en el campo y el dibujante principal es Messi.
No hay más.
Sin embargo, a través de lo ocurrido en las últimas horas se antoja
obligado un análisis de todo lo dicho, escuchado y escrito respecto a
esa crisis que estalló 48 horas antes de jugarse en Anoeta y que hoy, al
cabo de diez días, parece que nunca existió. O que fue un invento
maléfico de la prensa.
La prensa, los medios, ni ponen ni quitan entrenadores o presidentes.
Y menos aún se sacan de la chistera sucesos inventados. El pasado mes
de marzo era un clamor que Gerardo Martino estaba condenado en el Barça y
que sus métodos de trabajo eran muy contestados en el vestuario. Javier
Faus primero, Josep María Bartomeu después y Xavi Hernández más tarde
salieron a la palestra para negarlo categóricamente.
El hoy capitán aseguró que la plantilla estaba a pies juntillas con
el entrenador y tanto el presidente como el vicepresidente proclamaron
en sendas entrevistas su satisfacción con el Tata, asegurando que la
intención del club era la de renovar su contrato... El tiempo puso las
cosas en su sitio.
En junio, días antes de la presentación de Luis Enrique, Bartomeu
admitió en voz alta que Martino "no conocía la realidad del Barcelona",
que no era el entrenador adecuado para el equipo y que hacía varios
meses que se había tomado la decisión de relevarlo del cargo. Y Xavi,
durante la pretemporada, reconoció que "quizá" la pasada temporada no se
había trabajado como era debido.
El presente no es del todo distinto. "Todo es mentira", proclamó
Messi tras el triunfo ante el Atlético. "No hay ningún problema con el
entrenador", aseguró el crack, que amparándose en la felicidad del
momento aprovechó para pasar factura a quienes pudieron descubrir lo
volcánico del ambiente entorno al club y al vestuario.
Leo insinuó no haber hablado con Bartomeu cuando el propio presidente
lo había admitido desde Nueva York a regañadientes y aseguró que su
relación con Luis Enrique es buena por mucho que el entrenador, antes,
no hubiera querido ir en la misma dirección. Más aún, en la misma línea
que Mascherano (quien llegó a decir que los medios mentían directamente)
afirmó que durante la semana no había ocurrido nada de nada pocos
minutos después de que a Neymar, entre sonrisas, se le escapase que "ya
ha pasado todo".
Puede ser cierto que Messi no haya contactado con el Chelsea (nadie
habló del City) pero también es verdad que el Chelsea le ha hecho saber
que está ahí dispuesto a acogerle en su seno si decide irse del Barça.
Puede que hoy no quiera irse del Barça pero también es cierto que en
noviembre, en unas declaraciones al diario 'Olé', dejó por primera vez
la puerta abierta a su salida...
Y lo que es innegable es que el 2 de enero se las tuvo con Luis
Enrique de la misma manera que el pasado jueves por la noche trasladó al
presidente Bartomeu su profundo descontento con el entrenador.
La paz en el Camp Nou durará lo que duren los buenos resultados y la
calma en el vestuario. Lo advirtió Luis Enrique el domingo por la noche
en voz alta y lo admiten en voz baja desde los despachos, donde se han
posicionado sin disimulo al lado de un Messi cuya figura ha salido
indudablemente reforzada en esta primera gran crisis de la temporada.
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